viernes, 1 de enero de 2016

Las Edades del Comercio: ROMA

ROMA: LA CIUDAD DEL COMERCIO

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La ciudad del Tíber:

Una cosa es el territorio dominado por Roma, las provincias, y otra muy diferente la propia ciudad de Roma, un mundo dentro de otro mundo, una capital cosmopolita que era en sí un buen reflejo de todo lo que abarcaba el gobierno de este estado. Una ciudad en la que se podía encontrar de todo y, por supuesto y siempre que la bolsa estuviera bien llena, se podía comprar de todo.

Una ciudad de comercio:

En Roma llegaron a vivir cerca de un millón de personas, gente a la que había que alimentar, dar de vestir y que tenían necesidad de ver cubiertas sus necesidades y caprichos, pero al mismo tiempo era la capital de un vasto imperio y en ella se aposentaba la sede del gobierno y toda una importante comunidad de nobles y ricos influyentes que formarían lo que hoy podríamos llamar la corte imperial.
Esto supone comercio, tanto mercados de productos básicos para dar de comer a las personas como lugares donde adquirir tejidos, joyas, complementos, perfumes,… y todo ello con las diferencias obvias de que existían sórdidos comercios para la clase baja con productos de poca calidad y al mismo tiempo establecimientos de auténtico lujo para aquellos que pudieran permitírselo. Nada que nos sea ajeno a lo que hoy existe también puesto que en el comercio todo está inventado.
Esto hacía de Roma una ciudad ideal para “ir de compras”, un mercado cosmopolita en el que había de todo para todos los bolsillos (las bolsas en esta época) y para todos los gustos, un mercado en el que comprar sería una experiencia similar a lo que podría ser hoy en día hacerlo en Nueva York, Londres o París.
En este gran mercado internacional se podían encontrar productos alimenticios de todas partes del imperio, melocotones de Asia, higos de África, vino de Siria, hortalizas de Grecia. En cuanto a los productos manufacturados la oferta era aún mayor teniendo a su disposición hasta tejidos de seda de la lejana China. Todo ello aderezado con los más exóticos perfumes hechos con las esencias más selectas. Este cosmopolitismo se podía ver incluso en los mercados de esclavos en los que se podían comprar altos y rubios germanos de piel clara, africanos negros como el carbón, griegos de pelo moreno y ensortijado o exóticos orientales.

Los mercados de Roma:

Y para encontrar todos estos productos había en Roma una gran variedad de mercados para todos los gustos, estos mercados eran los foros siendo el principal el Foro Romano o simplemente Foro. Éste era el centro de la vida social y económica de Roma, la sede del poder político y a su vez de los templos más importantes, en él se encontraba un mercado de productos diversos que se ofrecían en multitud de establecimientos fijos y ambulantes. La visita diaria al foro era casi obligada para todo romano habitante de la urbe, esto hacía de él un centro de comercio de primera magnitud.
Foro de TrajanoPero además de este foro existían varios mercados especializados en la ciudad, cada uno ubicado en un sitio especial y dedicado a un producto o productos muy determinados, de esta manera existían el Foro Boario (dedicado al comercio de ganado), el Foro Holitorio (dedicado al comercio de hierbas y verduras), el Foro Piscarium (dedicado al comercio de pescado), el Foro Suarium (dedicado al comercio del cerdo) y el Foro Vinarium (dedicado al comercio del vino).
Hay constancia de que había más foros por toda la ciudad, cada uno dedicado a uno o varios tipos de productos, eran grandes mercados de barrio que concentraban buena parte de la oferta comercial que abastecía a cada zona.
La importancia de estos foros, en especial del Foro Romano, era capital para Roma, y la actividad que se desarrollaba en los mismos, fundamentalmente comercial, se incrementaba a tal ritmo que siempre se quedaban pequeños. Para dar respuesta a esta necesidad cada uno de los grandes emperadores realizó importantes obras de ampliación del mismo dando su nombre a cada nuevo espacio creado, el Foro de César, el Foro de Augusto, el Foro de Nerva o el Foro de Trajano. Es un tributo a la vertiente práctica de los romanos, el comercio era despreciado pero no se escatimaban esfuerzos en realizar las obras necesarias para incentivarlo.

La logística del comercio, El Urbanismo en Roma:

La Roma ImperialDurante el gobierno de Roma de gran parte del mundo conocido se hizo un uso intensivo del urbanismo en la planificación de las nuevas ciudades. Éstas se creaban bajo un plano ortogonal con un importante foro central y grandes avenidas de acceso al mismo. Pero mientras esto ocurría con el resto de las urbes Roma era otro cantar. Su urbanismo era fruto de un crecimiento orgánico, por lo tanto no planificado, lo que daba como resultado un auténtico caos de calles, callejas y callejuelas.
Algunos gobernantes trataron de imponer ciertas normas para evitar el caótico crecimiento de la ciudad y evitar desastres como los incendios. Uno de ellos fue Nerón que dictó una serie de normativas que dieron más luz a la ciudad y a sus moradores.
Sea como fuere el caso es que la ciudad de Roma no era la urbe más cómoda del mundo para la logística, miles de personas ocupaban sus calles cada día a lo que había que sumar las sillas y literas de los ricos que ocupaban un gran espacio, tanto que su uso tuvo que ser limitado ya en tiempos de Julio César. El único respiro a estas aglomeraciones es que los carros no podían circular durante el día por las calles principales eso hacía que largas filas de estos vehículos esperaran pacientemente a las puertas de la ciudad con sus mercancías a la puesta de sol para poder entrar.
Y con la noche entraban los carros en la ciudad con lo que el ruido que sufría Roma debía ser importante (ruedas de metal contra suelo de piedra), los atascos de tráfico se producían entonces por la noche con su consabida carga de voces malsonantes. El tráfico era un problema hace 2.000 años y como vemos se trata de algo que la humanidad no ha sido capaz de resolver en todo este tiempo.

Monte TestaccioLa verdadera magnitud del comercio en Roma:

En Roma existe una colina de unos 40 metros de altura formada por los restos de unos ¡26 millones de ánforas rotas!, y se trata sólo de las ánforas utilizadas para traer el aceite. Sólo esto debería bastar para darnos una idea de los inmensos volúmenes de mercancías que se desplazaron hacia la ciudad de Roma durante todo este periodo.
Esta colina se llama Monte Testaccio y al parecer las ánforas que llegaban en barco se vaciaban en otros recipientes más pequeños para la venta del aceite y posteriormente se arrojaban a este monte, por lo visto era más barato hacer ánforas nuevas que limpiar las ya usadas para su reutilización, como vemos el envase “no retornable” no es un invento de nuestra era consumista sino que ya en la antigüedad existía este concepto. Todo está inventado.

FUENTES CONSULTADAS:


ENCICLOPEDIA UNIVERSAL MARÍN (Ed. MARÍN, S.A.)
ISBN 84-7102-019-X
EL REVERSO DE LA HISTORIA, Pedro Voltes 1993
Ed. Círculo de Lectores
ISBN 84-226-4441-X
INTERNET:
Historia del comercio en Roma

AUTOR:
Borja Escalona
Técnico de Comercio
Oficina Técnica de Comercio de Gernika-Lumo: Elaboración propia


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