viernes, 1 de enero de 2016

Las Edades del Comercio: CARTAGO

CARTAGO: UN IMPERIO HECHO DEL COMERCIO

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ÍNDICE


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Cronología:

Cartago fue una ciudad fundada en el siglo XIII a. C. por colonos llegados desde la ciudad fenicia de Tiro, pero su verdadero protagonismo en la historia se extiende desde la decadencia de su metrópoli (aproximadamente en el siglo VII a.C.) hasta el siglo II a. C. en el que será destruida por Roma después de su derrota en la 3ª Guerra Púnica.

Localización Geográfica:

La ciudad de Cartago se ubica en la costa del actual estado de Túnez, en el norte de África, cerca de la ciudad de Túnez. El área de influencia de esta república se extiende por el Mediterráneo occidental: en las islas de Córcega, Cerdeña y parte occidental de Sicilia; en la costa africana desde Cirene en Libia hasta el océano Atlántico y en la costa europea controla la costa de la península Ibérica desde la actual Huelva en el sur hasta casi la desembocadura del Ebro en el norte.

Cartago:

Si por algo es conocida la ciudad de Cartago es por su enfrentamiento con Roma, que se materializó a lo largo de tres guerras (las llamadas Guerras Púnicas) y cuyo resultado final fue la completa destrucción de la ciudad africana.
Y esta es la imagen que tenemos de Cartago, una ciudad en guerra con Roma, sin embargo la historia de Cartago es mucho más que este enfrentamiento militar, es la historia de un comercio que creó un imperio, pero no un imperio gobernado con la fuerza de las armas, sino con el poder del dinero.

En su época de mayor desarrollo geográfico los territorios gobernados o administrados por Cartago se extendían a todo lo largo de la costa noroccidental africana y la costa levantina de la península Ibérica pero no formaban una unidad en el sentido político sino que se trataba más bien de una “zona de influencia cartaginesa”.

Cartago extendía un control sobre numerosos vasallos y asociados que se dividían entre ciudades aliadas o socias, territorios autónomos (que mantenían un alto grado de autonomía y, en ocasiones, conservaban sus órganos de gobierno propios, autoridades,…) y sólo dependían directamente de la metrópoli para su gobierno ciertos territorios ubicados en los lugares en los que los cartagineses deseaban un establecimiento fuerte por razones políticas o, más comúnmente, comerciales y que era lo que formaba realmente la dimensión de imperio de la ciudad.

La fuerza de este imperio era el comercio, actividad que le proporcionaba ingentes sumas de dinero y que le permitía a su vez contratar los ejércitos que defendían y extendían sus dominios. Este poder acabó entrando en conflicto con otras civilizaciones que también ansiaban extender su actividad comercial por los territorios dominados por Cartago, primero los griegos y posteriormente Roma, conflictos que terminaron con la completa destrucción de la ciudad de Cartago.

Cartago y el comercio:

Cartago era una colonia fenicia, fundada por Tiro, y como ciudad fenicia hizo del comercio un arte en el que se desenvolvió con tal maestría que pudo hacer digno honor a sus orígenes. La importancia del comercio en la economía de la ciudad era tal que los residentes de la misma no tenían que pagar impuesto alguno a la hacienda, y no porque los gastos fueran austeros, todo lo contrario ya que Cartago mantenía de una forma más o menos permanente grandes contingentes de soldados mercenarios, una flota militar y un elevado grado de corrupción de sus funcionarios, amén de sufragar algunos conflictos militares. Lo que pasaba es que los ingresos por los tributos aduaneros al comercio eran tan elevados que inmensos ríos de riquezas entraban ya en las arcas públicas sin necesidad de gravar con irritantes tributos a los cartagineses.

El desarrollo del comercio cartaginés: una nueva potencia comercial:

El auge de Cartago como potencia comercial en el Mediterráneo Occidental se produce fundamentalmente desde la época de la decadencia de Tiro, su metrópoli, y la pérdida de influencia de la misma en el comercio de esta área geográfica.

Gracias a ello serán ahora los comerciantes cartagineses los que hábilmente ocupen el espacio dejado por los fenicios, gracias a estos factores:
  • La privilegiada ubicación de la ciudad, situada en el centro del Mediterráneo, en su punto más estrecho, lo que le hacía punto de parada obligado para todo el tráfico marítimo de este mar. Desde este punto también controlaba las rutas de las caravanas que se dirigían al sur al interior de África.
  • Su innegable visión comercial y de la oportunidad de negocio, eran fenicios al fin y al cabo.
  • El desplazamiento de una importante parte de la población, entre ellos comerciantes, de Tiro a Cartago tras la invasión de la primera por Asiria y con ellos sus negocios. Por decirlo así, se trasladaron las personas, pero se llevaron consigo sus agendas de contactos por todo el Mediterráneo y, simplemente, trasladaron el negocio a la nueva ciudad (significado exacto de la palabra Cartago en fenicio).
  • Un uso limitado pero efectivo de la violencia en los casos que era necesaria para lograr consolidar o penetrar en un determinado mercado.
  • El apoyo de su actividad comercial en un uso importante de las colonias del mismo modo que había hecho la metrópoli, Tiro.
Así, en poco tiempo los cartagineses se harán con el control casi absoluto de las rutas comerciales del Mediterráneo occidental, de sus puertos y factorías, de sus mercados y vías de aprovisionamiento. En suma: de un negocio de valor incalculable.

El poder naval cartaginés: La conquista del Mediterráneo occidental:

La vertiente comercial de Cartago se veía en todo, el campo cercano a la ciudad era uno de los más productivos de la antigüedad y no sólo aprovisionaba a la población de los alimentos necesarios para su subsistencia sino que usaba medios de producción eficientes y rentables que hoy en día nos parecen normales. Estos campos utilizaban técnicas de producción intensivas que multiplicaban su producción y se centraban en los productos más rentables comercialmente, dejando de lado otros productos menos vendibles. Y no sólo eso, sino que eran productos de calidad, apreciados y demandados en toda mesa que se preciara.

Pero a pesar de la riqueza del campo cartaginés la riqueza, la verdadera ganancia de Cartago, llegaba fundamentalmente por mar a un puerto que era la envidia del mundo antiguo y que estaba protegido a su vez por la flota de guerra más moderna y más letal del Mediterráneo. Una marina que no tuvo rival hasta que Cartago fue obligada a destruirla tras su derrota en la Segunda Guerra Púnica.
Y para construir los barcos de guerra Cartago desarrolló la producción en cadena. Las diferentes piezas de los barcos se fabricaban en diferentes factorías para ser llevadas al astillero para su montaje final, con esta técnica era posible construir un elevado número de naves en muy poco tiempo (los romanos copiando esta forma de trabajar pudieron construir 150 naves en sólo dos meses), otra cosa era dotarlos de marineros capaces de manejarlos.

La marina de guerra cartaginesa protegió y defendió de una manera extremadamente eficaz las vías comerciales que sus empleaban sus barcos mercantes. En algunos casos esta protección garantizaba un monopolio, como en el Estrecho de Gibraltar (Columnas de Hércules) cuyo paso a naves no cartaginesas impedía la flota militar garantizando la exclusividad del comercio más allá de este punto a esta ciudad. En otros casos era una protección más genérica contra el ataque de piratas o flotas de otras potencias no amigas.

Las naves comerciales cartaginesas también eran las más rápidas y con mayor capacidad de carga del Mediterráneo y transportaban ingentes cantidades de productos a lo largo de vías sumamente rentables, importando por ejemplo garum (un condimento alimentario muy apreciado), trigo, púrpura, marfil, oro, estaño y esclavos y exportando entre otros manufacturas de vidrio, de cerámica, objetos de bronce o hierro y tejidos de púrpura; todo aquello cuya venta pudiera suponer un beneficio era objeto de tráfico. Un trasiego de mercancías para el que era necesario disponer de un puerto importante, y así era, tan importante era tener ese buen puerto que Cartago simplemente, ¡lo construyó!. Concretamente se construyeron dos puertos artificialmente, uno comercial y otro militar, suponiendo ambos una obra suprema de ingeniería y siendo la admiración de la época.

Las colonias: Un gran Mercado Cartaginés:

Siguiendo el ejemplo de la metrópoli (Tiro) Cartago creó (y en ocasiones heredó de la antigua metrópoli) un conjunto de colonias formado por factorías, fortaleza, ciudades aliadas, puntos de apoyo,… todo ello dedicado a facilitar el comercio, permitir la explotación de recursos locales o proteger vías de comunicación.

En su época final de expansión antes de la Segunda Guerra Púnica los cartagineses conquistaron grandes extensiones en el levante de Iberia, fundado un gran número de ciudades y puertos pero no persiguiendo sólo la potenciación del comercio sino buscando a su vez una base terrestre firme desde la que defenderse de un nuevo enemigo con un ansia imperialista desconocida hasta entonces, Roma.

En este espacio propio, las naves cartaginesas permitían a la metrópoli un comercio preferente, pero sin dejar de lado otros mercados de los que también se obtenían grandes beneficios como los territorios controlados por Grecia, Egipto y los reinos del Mediterráneo oriental, los productos cartagineses llegaban a todos los puertos y mercados en otro ejemplo genial de globalización y de empresas multinacionales como el ya iniciado por sus antecesores fenicios.

La moneda acuñada:

Siguiendo el ejemplo griego, Cartago adoptó el mismo sistema monetario que se basaba en el talento, de manera que 60 schekels=1 mina: 60 minas=1 talento. El talento cartaginés era el mismo que el griego y a su vez esta división servía como unidades de peso para el resto de los productos, así pues se podía comprar una mina de harina, o de cereales,…

La moneda fue símbolo de riqueza y permitía comprar bienes de primera necesidad o lujos si se tenía lo suficiente, poco a poco, un invento que se había desarrollado para favorecer el comercio estaba alterando la forma de pensar y de vivir de la gente, estaba alterando sus preferencias y haciendo que los valores de siempre (los latifundios, las propiedades, las haciendas,…) fueran cada vez menos importantes que el dinero porque, con el dinero se podían comprar cosas, pero con la tierra no, era necesario aprender a obtener dinero de ella, pero en ocasiones era más fácil conseguirlo directamente (comerciando) que explotando una granja.

El comercio de la moneda: la banca cartaginesa y la bolsa de valores:

Una economía como la de Cartago no podría entenderse sin la presencia de los bancos, estas instituciones realizaban múltiples tareas desde las relacionadas con el uso mismo de monedas, como puede ser el cambio de moneda extranjera a operaciones más propias de la banca moderna como el préstamo de dinero, la gestión de depósitos,…

Pero la banca de la época era mucho más, si bien no disponían de la tecnología actual que les permitiría, por ejemplo, el uso de tarjetas de crédito, si emitían cartas de pago, créditos documentarios, letras de cambio, cheques, certificados de depósito,… que agilizaban en gran medida el comercio. La prosperidad de la ciudad eran un aval que permitía a los comerciantes cartagineses pagar en lejanas ciudades sin tener que llevar la moneda desde Cartago, simplemente por medio de un documento cuyo funcionamiento y validez eran las mismas que el de la actual transferencia (y, por supuesto, estaban sometidas a similares comisiones por parte de los bancos).

Los bancos cartagineses libraban efectos canjeables en todos los puertos del Mediterráneo y con un valor real avalado por los metales preciosos que formaban el tesoro de esta gran ciudad.
Y con la banca estaban las empresas, las grandes empresas comerciales que fletaban flotas mercantes, explotaban minas, poseían factorías, etc. y que precisaban de inmensos capitales para poner en marcha estos negocios, para reunirlos se crearon empresas, sociedades cuyo capital estaba dividido en acciones que repartían a sus titulares grandes dividendos. En ocasiones estas acciones eran más aceptadas que el dinero en efectivo puesto que ofrecían generosos dividendos, tanto que había personas que llegaban a vivir de las rentas. No se tiene noticia de una bolsa de estos valores, pero sí de que se podían comprar, vender, negociar, arrendar, donar,…

Urbanismo Comercial: el comercio en la ciudad de Cartago:

Pero no sólo había en Cartago un comercio internacional, la propia ciudad era un inmenso y muy activo mercado a lo que contribuyó la propia organización de la ciudad por medio del urbanismo.
La parte más antigua de Cartago se desarrolló mediante un modelo orgánico, pero a partir del siglo III a.C. se utilizará un modelo hipodámico para la planificación urbanística de las nuevas zonas y para la remodelación de ciertos barrios en aras a su revitalización, la idea que subyacía en estas reformas era la de potenciar el comercio, facilitando el acceso al mismo de personas y mercancías.

El comercio se concentraba en el ágora, muy cercana probablemente a la sede del Senado de la ciudad y conectada por medio de grandes avenidas al puerto comercial y a sus almacenes para facilitar el tránsito de las mercancías, en definitiva, una ciudad marcada por el comercio que era su forma de vida y de ganarse la vida.

El espíritu liberal por antonomasia: la subcontratación de la defensa nacional:

Cuando se vive por y para el comercio es fácil pensar que todo se puede comprar, y eso es lo que debían pensar los jerarcas de Cartago puesto que incluso el ejército que defendía la ciudad era “comprado” y en él apenas luchaban púnicos sino que estaba formado principalmente por mercenarios.

Con los inmensos recursos de la ciudad se compraban los ejércitos cuando se necesitaban, licenciándolos más tarde, de esta manera era posible movilizar un ejército tan grande como se pudiera pagar, independientemente del tamaño de la ciudad y de su población.

Las Guerras Púnicas: Comercio contra Imperio:

Imposible es hablar de Cartago sin mencionar estas guerras, sin embargo, lejos de perdernos en batallas, estrategias o generales es la versión comercial de las mismas la que nos interesa.
Estas guerras fueron tres y enfrentaron a Cartago con Roma, en la primera ocasión el conflicto duró 23 años, en la segunda 18 y en la tercera apenas 3. Y esto que a priori un conflicto entre ambas ciudades parecía ganado de antemano por Roma aún antes de empezar, sobre todo en el caso de la Segunda Guerra Púnica.

A lo largo de esta Segunda Guerra Púnica Cartago siguió ganando más y más dinero pues la flota militar romana apenas molestaba sus rutas comerciales, temerosa de la armada púnica, resultado de ello es que las arcas de la ciudad estaban siempre repletas y prestas para pagar los ejércitos que fueran necesarios. El caso de Roma era bien diferente, a medida que la guerra se prolongaba sus recursos económicos se reducían llegando a la necesidad de pedir préstamos para poder continuar el conflicto.

Pero desde el punto de vista humano la situación era diferente, Roma disponía de un censo de cerca de 400.000 hombres capaces de portar armas a los que había que sumar un número similar de aliados (el servicio militar en Roma era obligatorio) mientras que Cartago no tenía nada, sólo los mercenarios que, a cambio de una paga, quisieran dejarse tullir en un lejano campo de batalla.

Y sin embargo, allí donde Roma tenía legiones un ejército púnico se le enfrentaba, tropas mercenarias compradas por el Senado con las ganancias del comercio. Mientras hubo dinero hubo soldados y ejércitos si bien los errores estratégicos impidieron que se lograra la victoria final.

En esta estrategia de guerra se distinguió muy bien el carácter de ambas ciudades. Roma quería conquistar y someter, pero el Senado de Cartago no pensaba así, y como ellos no lo hacían tampoco entendían que sí lo hiciera la otra parte. Esperaban de Roma que, una vez batida en varias batallas diera por finalizado el conflicto y procediera a firmar un tratado de paz salvado el honor de ambas partes. Nada más lejos de la realidad como los hechos confirmaron.

Con esta forma de pensar, Roma se dedicó a avanzar y consolidar su dominio sobre el terreno conquistado mientras que el Senado de Cartago desperdició ejércitos completos cada vez que veía la más mínima posibilidad de recuperar un enclave comercial o una colonia antes perdida. No entendían el mensaje de su estratega Aníbal que les decía que Roma sólo abandonaría el terreno ya conquistado cuando la propia ciudad fuera derrotada.

La victoria final de Roma confirmó todo esto y Cartago perdió su flota militar y prácticamente la totalidad de sus colonias y territorios, quedando relegada a un pequeño espacio comprendido por la ciudad y sus alrededores. Además se vio obligada a pagar una indemnización de ¡10.000 talentos de plata! en el plazo de 50 años.

Esta cantidad, al cambio de 2008 supondrían cerca de 108.000.000 de euros, pero si hacemos este cálculo en función del valor adquisitivo de la moneda, sabemos que el mínimo vital mensual para el año 200 a.C. era de 30x2 óbolos = 10 dracmas = 1/600 de talento, mientras que el mínimo actual en España para 2006 era de 540,90 euros, esto supone que un talento correspondería a 324.540 euros y la indemnización exigida por Roma se elevaría a un total de 3.245.400.000 euros.

Victima de su éxito: el fin de la ciudad:

En el año 201 a.C. terminó la segunda Guerra Púnica y tras la derrota Cartago se dedicó de nuevo al comercio. Sus colonias podían estar perdidas, lo mismo que sus factorías, puntos de apoyo,.. pero el espíritu comercial fenicio siguió vivo y pronto la ciudad volvió a ser un centro fundamental en el comercio y recuperó su prosperidad, este comercio la enriqueció de nuevo y una reforma contra la corrupción le permitió ingresar aún más que antes en el tesoro de la ciudad. Tanto es así que despertó la envidia y el miedo de la vencedora, Roma que años después de la guerra y a pesar del pago de las indemnizaciones no se había recuperado.

Personajes como Catón el Censor no ocultaban su deseo de ver destruida a Cartago alegando que si ésta se fortalecía lo suficiente nada le impediría volver a contratar los mismos ejércitos que antes, al fin y al cabo sólo necesitaba dinero y eso llegaba a espuertas a Cartago.

Tras una serie de hostilidades verbales Roma exigió en 149 a.C. a los cartagineses que abandonaran su ciudad y se trasladaran a un punto en el interior, lejos de la costa. Cartago se negó, la pérdida del puerto significaría el fin del comercio, el fin de su medio de vida y el fin, en definitiva, de la ciudad. Prefirieron morir luchando y en 146 a.C. Cartago fue tomada y destruida hasta los cimientos. El comercio, la sangre de los cartagineses, era tan importante para ellos que sin él prefirieron la muerte.

El legado de Cartago:

El fin de Cartago fue radical como hemos visto, simplemente desapareció para siempre y aunque hubo después una Cartago romana fundada en el mismo lugar, de la orgullosa ciudad original no quedó más que el recuerdo y un amplio legado siempre ligado, como no, al comercio, destacando:
- El desarrollo de la Globalización Mediterránea: Si los fenicios habían abierto la puerta al comercio en el Mediterráneo oriental Cartago completó el desarrollo de este comercio incorporando la parte occidental de este mar al conjunto del comercio. Su acción de fundación de ciudades, colonias y factorías introdujo a grandes áreas, sobre todo del norte de África y de la península Ibérica en una relación comercial. Después de Cartago todo el Mediterráneo se convirtió en un inmenso mercado.
- La generalización de la moneda como forma de pago: una vez los cartagineses adoptaron la moneda acuñada como medio de pago procedieron a expandir su uso por todo el área en la que traficaban, los griegos la habían introducido en su espacio y los púnicos contribuyeron a extender su uso, además en un sistema muy similar al heleno, en el resto de los territorios.
- El impulso de la banca: los bancos de Cartago funcionaban, de hecho, exactamente igual que los bancos modernos, con la única diferencia de la tecnología, es decir, no se podía enviar una transferencia en tiempo real desde Cartago a Alejandría, por poner un ejemplo, pero un comerciante cartaginés podía retirar de un banco de Alejandría el dinero necesario para pagar una operación por medio de una carta de pago librada en Cartago. La banca de la época funcionaba igual que la de hoy en día.
- El desarrollo de la empresa capitalista: para reunir los grandes capitales necesarios en el desarrollo de las grandes empresas comerciales o simplemente para compartir el riesgo de las mismas los cartagineses usaron la forma de las sociedades por acciones en las que los inversores ponían un dinero a cambio de unas acciones que, si todo iba bien, abonaban buenos dividendos a su poseedor.
- La influencia de la ubicación en la fundación de grandes ciudades: los cartagineses tuvieron, sobre todo en su última etapa, un interés especial por la fundación de ciudades y no sólo colonias o factorías. Estas ciudades tenían un interés doble, servir de punto de apoyo a la expansión territorial (defensa) pero al mismo tiempo ser centros importantes de negocio y comercio. Prueba innegable de la habilidad de los púnicos para elegir las ubicaciones más idóneas para el establecimiento de nuevas urbes es que casi todas estas ciudades siguen existiendo hoy en día salvo, paradójicamente, la propia metrópoli.

FUENTES CONSULTADAS:

ENCICLOPEDIA UNIVERSAL MARÍN (Ed. MARÍN, S.A.)
ISBN 84-7102-019-X
INTERNET:
QARTHADAST

AUTOR:
Borja Escalona
Técnico de Comercio
Oficina Técnica de Comercio de Gernika-Lumo: Elaboración propia


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