A pesar de la importancia que el comercio tiene en nuestras vidas este protagonismo no se ha trasladado de una forma tan patente al cine. Es complicado encontrar títulos en los que el comercio, ya sea como escenario en el que transcurre la trama o como elemento que hace avanzar la propia historia, tenga un papel principal. Tan sólo el comercio más ilegal tiene un auténtico espacio en el séptimo arte, comercio de armas, personas o el más popular de todos, droga.
En este análisis, que no crítica, de cine queremos mostrar algunos ejemplos de cómo se ha visto el comercio en el séptimo arte y hemos procurado seleccionar unas pocas en las que su presencia es algo más representativa, ya fuera como escenario o como actividad.
EL COMERCIO COMO ESCENARIO:
Un comercio tiene la ventaja de que es un entorno que todos conocemos, si nos paramos a pensar raro es el día en el que no se entre dentro de uno de estos establecimientos, forman parte de nuestra vida y de nuestras rutas diarias por pueblos y ciudades.
Ubicar la acción de una película en un comercio tiene la gran ventaja de que ayuda a hacer más cercanos a la historia y a los personajes, siempre nos será más fácil identificarnos con una persona que está en un comercio que con un lejano y galáctico personaje de una película de ciencia ficción.Los cineastas son conscientes de este hecho y los comercios como escenario se han utilizado para “acercar” las historias al espectador, los personajes se hacen más reales, más próximos, podemos llegar incluso a entender el porqué de sus acciones y el origen de sus motivaciones, es un recurso al realismo que usado bien puede ser realmente efectivo.
En el otro extremo está el recurso a la parodia, del mismo modo que un entorno habitual puede ayudar a hacer más real una historia ese mismo recurso, usado en clave de humor, puede hacer más absurda la trama, aumentando su gracia al sucederse situaciones imposibles en una localización posible. Como ejemplo de comercio histriónico podemos citar “La pequeña tienda de los horrores” tanto en su versión de 1960 como en su reestreno como musical en 1986. En ellas se relatan los sucesos imposibles que acontecen en una pequeña floristería.

LA ACTIVIDAD COMERCIAL COMO TRAMA:
Ciertas historias utilizan el comercio como forma de elaborar la trama que desarrolla la película, la actividad comercial va ligando a los personajes y sirve para construir una narración que enlaza hechos, acontecimientos y personas.
Como ya hemos señalado antes es generalmente el comercio ilícito el que más aceptación encuentra en su adaptación al cine, este tipo de actividad se presta mejor a la creación de personajes y a su segregación en los necesarios “buenos” y “malos” que permitan la subsiguiente confrontación.
Así, como ejemplos de este tipo de películas encontramos “Señor de la Guerra”
centrada en el comercio de armas, no necesariamente ilegal ni ilícito, pero no por ello menos letal.
EL ÁNSIA DEL MONOPOLIO:
Dentro del la categoría de películas en las que el comercio es la trama hay uno que destaca porque existe un malo malísimo, por lo general importante empresario, que es el líder en un mercado determinado pero que quiere controlarlo entero, no dudando para ello en usar todos los medios a su alcance, ya sean legales o no.



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